28/05/2021

La bicicleta

El 3 de junio se celebra el Día de la Bicicleta, ocasión para repensar sobre el rol que cumple este medio de transporte en las políticas públicas de nuestra ciudad.

La evolución conceptual de la ciudad y sus prioridades ha determinado que actualmente se resalte la necesidad de una ciudad más humana y sostenible. Esto implica, dentro del planteamiento de la movilidad, que se reorganice el territorio con políticas de compacidad y policentrismo y se incentiven modos de transporte como la caminata y la bicicleta. Ambos modos permiten alcanzar beneficios en los ámbitos de la salud, educación, reducción de contaminantes, entre otros.

Es indudable que la bicicleta cumple un rol fundamental dentro de las políticas públicas e inclusive, por sus características, es un modo importante en época de pandemia. Pero se deben garantizar cuatro aspectos para incentivar su uso y continuidad en el tiempo: 1) diseñar adecuadamente su infraestructura, 2) integrarla con otros modos, 3) garantizar la seguridad de los usuarios y 4) no perjudicar a los peatones.

La infraestructura para bicicletas debe ser concebida como parte del entorno y no como un ente aislado. Por lo tanto, los profesionales no deben enfocarse solo en cuestiones geométricas sino también en la interacción con los vehículos motorizados y los peatones. Si la infraestructura no cumple con estos requerimientos seguiremos viendo ciclo vías que no tienen continuidad y que obliga a los ciclistas a utilizar la calzada o las veredas (por la agresividad de los conductores de automóviles). Todo lo mencionado anteriormente resalta la necesidad de diseñar un espacio público diferente, que sea accesible e inclusivo. También, es necesario garantizar la seguridad de los ciclistas; se les debe proteger de robos o actos de vandalismo.

Comúnmente, desde la arista energética y contaminación, se menciona que el desplazamiento en bicicleta es el modo más sostenible. Sin embargo, este pensamiento se centra en los viajes de mediana y larga duración y no reconoce la dimensión social de la sostenibilidad. Esta implica que no se deben afectar a los desplazamientos de los peatones y especialmente de los adultos mayores y personas con discapacidad. Por ejemplo, cada vez son más frecuentes en Europa los accidentes fatales que involucran a adultos mayores y ciclistas. Esto nos conduce a reflexionar y entender que aunque la bicicleta es fundamental en la ciudad podría afectar y excluir a grupos vulnerables.

La bicicleta es un modo símbolo dentro de la movilidad sostenible y es una prioridad incentivarlo, de forma responsable, para garantizar la seguridad de los peatones y de los propios ciclistas. Si pensamos en nuestro medio, es claro que aún falta mucho por hacer. El camino es largo y se requiere del trabajo interdisciplinario y de una mirada global de la ciudad, los modos de transporte y la recuperación del espacio público. ¿Qué ocurrirá con la bicicleta en nuestra ciudad? Solo el tiempo lo dirá.

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