Diversas agencias internacionales afirman correctamente que la actividad minera es esencial para el desarrollo económico y social de nuestras comunidades. Es relevante que las nuevas tecnologías, en particular las que promueven la protección medioambiental y la utilización de fuentes de energía renovable, demandan mayor producción de materia prima mineral tradicional y no tradicional. Hay que añadir que, contrario a lo que se afirma en diversos medios, las materias primas minerales están muy lejos de agotarse en el planeta.
Se trata de un contexto favorable para el Perú, por su reconocido potencial y producción mineral, que conlleva un importante desafío para el país, de modo tal que la extracción de esta riqueza siga promoviendo el desarrollo antes mencionado. En el contexto político actual se promueve el crecimiento impositivo sobre la actividad minera formal, por encima de la promoción de la inversión en exploración minera, necesaria para que nuestro gran potencial se transforme en reservas probadas.
En cuanto a lo primero, es preocupante que en paralelo se exponga muy poco acerca de la ineficiencia en la inversión de los recursos que produce esta industria. Sería más comprensible la propuesta de obtención de mayores recursos, si lo ya generado hubiera sido invertido correcta, eficiente y totalmente, de modo que buenos proyectos de inversión en desarrollo estuviesen a la espera de estos fondos, lo cual no es el caso.
Respecto a lo segundo, existe un gran descuido. El informe final de la Comisión para el Desarrollo Minero Sostenible concluye que el desempeño peruano, en el ámbito de regulación e instituciones, es muy deficiente, debido a que se exige un alto número y variados tipos de permisos, con la participación de múltiples entidades en la evaluación y aprobación, a la que están expuestas las iniciativas de exploración.
En cuanto a los retos de las empresas mineras, los costos de exploración y desarrollo son cada vez mayores, debido al uso de tecnología costosa tanto para la búsqueda de nuevos yacimientos, que no presentan tantas evidencias en superficie como los ya descubiertos, como para el cuidado medioambiental. Las empresas deben, además, apostar cada vez más por una “economía circular” con el objetivo de reducir la generación de desechos.
Una actividad que el Estado debe promover de modo particular, es el aprovechamiento de los pasivos ambientales, producto de tecnologías antiguas, buscando el equilibrio entre el beneficio económico y la eliminación o minimización de restos mineros antiguos. En suma, aplicar conocimiento y tecnologías modernas, y contar con un Estado sólido y eficiente, garantizará la sostenibilidad de la industria minera, tan necesaria para la sociedad.
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