Dr. Nicola Tarque
En 1987, en Europa, nace la iniciativa denominada Erasmus, cuyo objetivo principal es “mejorar la calidad y fortalecer la dimensión europea de la enseñanza superior fomentando la cooperación transnacional entre universidades, estimulando la movilidad en Europa y mejorando la transparencia y el pleno reconocimiento académico de los estudios y cualificaciones en toda la Unión”. Este es un programa académico de intercambio que permite a los estudiantes universitarios viajar a otros países y tomar cursos de otras universidades.
Sin embargo, Erasmus (y sus diferentes evoluciones como Sócrates, Erasmus Mundus, Erasmus Plus, etc.) no fue la única iniciativa a nivel mundial. En Latinoamérica, existen programas con objetivos similares (pero con diferentes formas de financiamiento) tales como Grupo Santander de Universidades, Grupo Coimbra de Universidades, Fundación Carolina, Red Magalhaes, entre muchas otras.
Entonces, hay un claro indicio de que la pluralidad de la enseñanza no solo se logra -en el caso estudiantil- cumpliendo con los cinco años de estudio en una misma universidad, sino que trasciende el ámbito geográfico y social y, sobre todo, rompe el esquema virtual actual. Por lo tanto, es importante motivar a nuestros estudiantes para que puedan tener una experiencia de movilidad (ya sea dentro o fuera de Latinoamérica). Así, podrían tomar cursos en otras instituciones y convalidarlos en la de origen sin mayor problema. Pero, lo más beneficioso es que pueden conocer el funcionamiento de la calidad de la enseñanza en otros lugares, ver cómo se desarrolla la investigación, integrarse con grupos de trabajo que a futuro les puedan abrir más puertas, y compartir cultura.
Pero, la movilidad no solo es estudiantil. Hay un fuerte componente de movilidad a nivel docente y de investigación que debe ser parte de nuestro trabajo anual. Este tipo de movilidad nos permite abrir las puertas de la PUCP al extranjero, hace que las otras universidades conozcan mucho mejor, y de primera fuente, qué estamos haciendo en investigación y en transferencia de conocimiento, y así motivarnos a participar en futuros proyectos. Una movilidad docente-investigador no debe ser visto solo como un reconocimiento al docente (producto de un concurso global), sino como el inicio de una tarea mayor: la generación de proyectos de investigación con fondos externos. Gracias a una de estas movilidades, se pudo gestionar con un consorcio de universidades para que tres alumnos europeos puedan desarrollar sus estudios de doctorado en ingeniería en la PUCP hace ya algunos años. Ejemplos más recientes son los proyectos Erasmus K107 de movilidad y el último proyecto del grupo de investigación PELCAN con financiamiento del EU Horizon.
Por suerte, se va avanzando en ambos frentes: tenemos muchos alumnos que han gozado de la movilidad estudiantil y varios colegas que participan de varios tipos de movilizaciones a nivel global, dictando clases y participando en investigaciones. Y estos logros sin duda se van reflejando en el crecimiento de nuestra institución como un colectivo que desarrolla un eficiente trabajo académico, de investigación e innovación. Pero, falta avanzar mucho para que la movilidad se convierta en una tarea que no sea ni extraña ni lejana para todos nosotros.
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